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lunes, 28 de agosto de 2017

Reflexiones sobre Gestalt y Salud


Por: Alejandra Luz Díaz Medina

Me han invitado a escribir acerca de la “salud” desde la perspectiva Gestalt, y justo hoy que dedico tiempo para desarrollar el tema, empiezo a estornudar y la picazón que siento en la garganta es constante, y hasta criminal. Me digo entonces que es imposible separar a la mente del cuerpo, al cuerpo  de las emociones, a las  emociones del espíritu; que somos una entidad que va en marcha día a día, que si algo se descompone, se descompone todo; y que para realizar una actividad, la más mínima que sea, se necesita energía, vivir en consciencia de nuestra propia energía.

¿Cómo logra el bienestar una persona que padece cáncer? ¿Cómo apoya el psicoterapeuta a quien padece depresión? ¿Se puede sentir bienestar del alma, cuando se sufren los estragos de enfermedades físicas crónicas? ¿Los desequilibrios emocionales son enfermedades? Todas esas y más preguntas vienen a mi mente.

Parto por decir que la Gestalt al considerarse un modelo educativo, no concibe los términos de salud y enfermedad de la misma manera  que los plantea el modelo clínico. Los postulados gestálticos confían plenamente en la autorregulación que emerge de la sabiduría organísmica y que posee cada persona para su evolución y desarrollo. Siguiendo esa línea, el psicoterapeuta no trata con enfermos, trata con seres humanos que por alguna razón se sienten extraviados, necesitados de alguien que los acompañe a descifrar los malestares corporales o emocionales que experimentan,  para reencontrar el timón, y redescubrirse.

La palabra salud, viene del latín “salus” “utis”, que significa “Salud, saludo, salvación”. El diccionario de la real academia española menciona entre otras, las siguientes definiciones: “Estado en que el ser orgánico ejerce normalmente todas sus funciones […] En el cristianismo, estado de gracia espiritual […] salvación […] Inmunidad de quien se acoge a lo sagrado […]” (RAE, 2017). Lo contrario a la salud es la enfermedad, dicha palabra tiene su origen etimológico en el latín “infirmitas”, que significa “falta de firmeza”.

Indagando un poco en el origen de las palabras, resulta que descubro bello el origen de la palabra salud: “Salvación”. Resuena en mi formación gestáltica, ya que en un respeto profundo por el cliente y el conflicto que lo aqueja, el psicoterapeuta atiende al ser sintiente de sufrimiento, evitando diagnósticos o etiquetas que más allá de ayudar a sanar, patologizan a la persona.  El psicoterapeuta, escuchando y confrontando al cliente con sus propias contradicciones, y desde la autenticidad de su presencia, fomenta una relación terapéutica transparente, que los salva de la opacidad. “El proceso terapéutico  consiste en sacar a luz esbozos de creación o creaciones que han quedado en suspenso […] lo no creado empuja, insiste en ser reconocido y en hallar plenitud” (Delacroix, J., 2008, p. 409). La transparencia del encuentro permite que la capacidad creadora del cliente se renueve.

Ahora recuerdo a mi amiga Dalia, a quien le diagnosticaron cáncer años a los 25 años. Al transitar la enfermedad por su vida, su cuerpo perdía lozanía, no puedo decir cómo estaba emocionalmente porque no me permitió visitarla, pero imagino el dolor y el susto que experimentó (ojalá también haya sentido paz en algún momento). La vida de sus familiares perdía color, dirección, perdía la imagen de la mujer joven llena de vitalidad. Miro hacia atrás, y me veo sentada frente a la terapeuta, contándole de mi amiga de la infancia que ha muerto, y que ha dejado con su ausencia un hoyo negro dentro de mí. ¡Cómo me ayudó la terapia para recuperar mi centro! El acompañamiento del psicoterapeuta significa una oportunidad para resignificar la experiencia a partir de lo perdido: Un ser querido, la pareja, el empleo, el apetito, el sueño, una parte del cuerpo, la alegría, alguna capacidad corporal, etc. Uno se siente a salvo cuando descubre que no está solo frente a las penas, que no será juzgado por sentir lo que siente, y que el otro es igual de humano y no un gurú.

Me pareció oportuno compartir lo que viví para ejemplificar como todo va unido. El ser humano siendo un todo: cuerpo, mente, emociones y espíritu; y el ser humano siendo un todo con otros. De acuerdo a uno de los principios de la teoría del campo de la Psicología Gestalt, “Ninguna parte del campo debe ser excluida ni considerada a priori como no pertinente: cada elemento del campo forma parte de la organización total y es potencialmente significativo.” (Robine, J., 2005, p.174).

La Gestalt, pone el acento en la persona experimentando la vida en contacto con otros, y en como en ese acto de vivir en convivencia, surgen perturbaciones naturales. “La experiencia es provisional; nada permanece siempre fijo, estático, de manera absoluta” (Robine, J., 2005,  p. 173). En el ir y venir, siendo parte del mundo y relacionándose con él,  la persona que es organismo “sobrevive asimilando lo nuevo, cambiando y creciendo.” (PHG, 2006, p.9).  El self es “la experiencia”, se co-crea en relación con un otro, es decir, en contacto.

Desde ese conocimiento, queda clara la responsabilidad del terapeuta, pues se relaciona y se implica en la terapia para apoyar a quien acude al grito de “auxilio”. Sería injusto y poco útil para el cliente que se le trate como enfermo, porque de esa forma se enfatizaría la perturbación del self, como algo “malo, inadecuado” que debe suprimirse más que transformarse. La Gestalt está interesada en la transformación a partir de la aceptación, uno de sus objetivos es que el cliente descubra que el cambio está “en no forzarse a cambiar”, como lo propone y explica la teoría paradójica del cambio (Beisser, A., 1970).

La Gestalt, para hablar del restablecimiento del self, emplea los términos de “funcionalidad y disfuncionalidad”, y no de “enfermedad”. En la relación terapéutica, el cliente podrá ir dilucidando qué le funciona en sus relaciones con el entorno y qué no, qué lo detiene y qué lo impulsa, qué acciones le sirven y lo nutren, y cuáles lo obstaculizan y le quitan energía. Y si “El primer paso en terapia es contactar con la respiración” (PHG, 2006, p. 224), el cliente podrá redescubrir en contacto con el terapeuta  (y a su vez el terapeuta) qué le hace sentir su respiración fluida, y qué restringe su respiración. La respiración: ese constante y “siempre presente” recordatorio de que estamos vivos.

La relación terapéutica basada en principios humanistas, y el compromiso del terapeuta (para supervisarse y llevar un proceso de crecimiento personal), son elementos fundamentales para ampliar la consciencia. La Gestalt más que una filosofía, una teoría, una práctica; es una guía, una forma de vida que honra la vida, la experiencia del ser humano más allá de síntomas, de perturbaciones fisiológicas, de síndromes, y de informes médicos. Porque al consultorio no llegan enfermedades ni enfermos, llegan personas que lo único que anhelan es vivir, bien vivir.

Bibliografía:

Perls, F., Hefferline, R., Goodman, P., (2006) “Terapia Gestalt: Excitación y crecimiento de la personalidad humana.”. Ed. Sociedad de Cultura Valle-Inclán.

Robine, J., (2005) “Contacto y relación en psicoterapia. Reflexiones sobre terapia Gestalt.”. 2da. Edición, Ed. Cuatro Vientos.

Delacroix, J., (2008) “Encuentro con la psicoterapia. Una visión antropológica de la relación  y el sentido de la enfermedad en la paradoja de la vida.”. Ed. Cuatro Vientos.

lunes, 31 de julio de 2017

SALUD: CURACIÓN Y CONCIENCIA

Por: Bertha Rincón Sánchez*
                                   
Al brindar, te pones de pié y con la copa de vino en la mano, la levantas y dices ¡Salud!; si alguien estornuda, aún en el más estricto protocolo, varias personas pronuncian la palabra ¡Salud! ¡Salud! ¡Salud!;  si adquieres un bien como una casa, automóvil, vestido, las personas te dicen: ¡con Salud!; al inicio del año se escucha el estribillo de una canción que desea ¡Salud, dinero y amor! en este orden: primero Salud. Pareciera que lo más preciado es la salud; todos la anhelan, se pide como la mejor de las bendiciones y cuando se pierde, se nubla el camino, se decae el ánimo y tanto el enfermo como su entorno, se lamentan.

Según lo anterior, da la impresión que la salud llega de fuera, como si de un privilegio se tratara. Una creencia muy común hoy en día es que al médico se le otorga la responsabilidad de la prevención,  la cura y el mantenimiento de la salud de sus pacientes.  Las personas suelen pensar que su estado personal de salud, depende  en gran parte de la genética. Otros dicen, “eres lo que comes”. Desde la antigua Grecia se sabe que “mente sana en cuerpo sano” y se puede seguir… Entonces ¿qué es la salud?

No se puede hablar de salud sin hablar de enfermedad. Según Dethlefsen,T. y Dahlke R. En su libro La Enfermedad Como Camino, 2012,  “… la enfermedad es un estado que indica que el individuo, en su conciencia, ha dejado de estar en orden o armonía. Esta pérdida de equilibrio interno se manifiesta en el cuerpo en forma de síntoma.” (págs. 21 y 22). Con esta definición vemos que la salud abarca, además del concepto de enfermedad, el concepto de la conciencia,  del orden y armonía, del equilibrio interno y del síntoma. Con esta definición, parece ser que la salud es el resultado de un proceso de cambio de paradigma pues tiene que ver con una visión de auto conciencia y responsabilidad del propio individuo hacia sí mismo y con la relación del individuo como un ser vivo en su totalidad, con el entorno en su totalidad, también.

Leyendo a estos autores, me parece que el elemento sobresaliente es el Síntoma pues es el mensajero, “…señal y portador de información… y nos obliga a estar pendientes de él… El síntoma nos informa de que algo falta.” (pág. 22). La conciencia es la capacidad de darse cuenta y es a través de ella que la persona se da cuenta que algo le falta; cuando se es conciente del síntoma, éste se convierte en un aliado  para vencer la enfermedad. Es en la conciencia donde el orden y la armonía se ven quebrantados y el cuerpo lo refleja como enfermedad; no es el cuerpo el que enferma, es el ser humano el que es capaz de enfermar. Por lo tanto, “no suscribimos la habitual  división de las enfermedades en somáticas, psicosomáticas, psíquicas y espirituales. Esta clasificación sirve más para impedir la comprensión de la enfermedad que para facilitarla.” (pág. 18)
 Cuando se presenta el síntoma en el cuerpo del ser humano, reclama la atención, interrumpe y lo detiene. “Esta interrupción que nos parece llegar de fuera nos produce una molestia y desde ese momento no tenemos más que un objetivo: eliminar la molestia.” (pág.19)

El síntoma coloca la sombra frente a los ojos. “Llamamos sombra (en la acepción que da a la palabra C.G. Jung) a la suma de todas las facetas de la realidad que el individuo no reconoce o no quiere reconocer en sí y que, por consiguiente, descarta” (pág. 52). El ser humano  proyecta, es decir “El Yo determina un Tu que es considerado como lo externo. Ahora bien, si la sombra está formada por todos los principios que el Yo no ha querido asumir, resulta que la sombra y el exterior son idénticos.” (pág.54). La sombra contiene lo que falta. Los autores mencionan que ir por lo que falta, o sea, enfrentarse a la sombra, se requiere de sinceridad para contemplarse a uno mismo “… Y, para el que busca la sinceridad al contemplarse a sí mismo, la enfermedad puede ser de gran ayuda. ¡Porque la enfermedad nos hace sinceros! (pág.58). Si la enfermedad muestra tal cual al ser humano, es la misma, la que ofrece la oportunidad de ser más auténticos y responsables de asumir lo que antes faltaba y ahora se integra a la conciencia del sí mismo.

Con lo expuesto en el presente texto, se puede decir que el ser humano es más sano en la medida que esté más completo. “Enfermedad y curación son conceptos que pertenecen exclusivamente a la conciencia, por lo que no pueden aplicarse al cuerpo, pues un cuerpo no está enfermo ni sano. En él solo se reflejan, en cada caso, estados de la conciencia.” (pág. 23).

Al revisar la esencia del planteamiento del libro La Enfermedad Como Camino, se puede apreciar que la salud o el estado de salud o dicho también, lo saludable, es un proceso interno de conciencia e integración que apunta al equilibrio de las partes que conforman al Ser Humano y es a él mismo y nadie más que le compete la responsabilidad de mantener su cuerpo como un reflejo del estado de su conciencia pues es en esta donde se genera la curación para ser y estar saludables.  ¡Salud!
*Bertha Rincón es especialista en temas de Creatividad, Psicoterapeuta y Docente del IHPG. Especialidad en facilitación de grupos y trabajo con Síntomas.
 
Referencias bibliográficas
Dethlefsen,T. y Dahlke R. (2012) La Enfermedad Como Camino. Editorial De bolsillo.

jueves, 13 de julio de 2017

SALUD Y GESTALT
AUTOR: MARÍA ANTONIETA BARRAÑÓN CEDILLO

El concepto de salud ha ido cambiando como resultado de los acontecimientos históricos, los movimientos sociales, la cultura y los modelos desarrollados para aproximarnos al conocimiento.
Desde tiempos muy antiguos se ha ligado la salud a fenómenos mágico-religiosos: perderla tenía que ver con el castigo divino. Las civilizaciones egipcia, mesopotámica, hebrea, griega, romana, árabe y mexica, entre otras, desarrollaron códigos y conceptos con respecto al cuidado de la salud y la higiene, tanto individual como pública. También pensaban que el clima y el modo de vida —la dieta, el descanso, el trabajo, la vigilia, el sueño y las reacciones emocionales— intervenían para enfermar o para conservar la salud. Aún en la actualidad, ante lo inexplicable, muchos creemos que en nuestra condición de salud tiene que ver lo dispuesto por un Ser superior.
Hipócrates, médico griego que vivió en el siglo V a.C., cambió el paradigma de la medicina, pues estableció que en los pacientes hay manifestaciones clínicas observables resultado de su vida, y que cada enfermedad tiene sus causas naturales.
¿Has advertido que iniciamos hablando de salud y ahora nos referimos a la enfermedad? Los conceptos de salud y de enfermedad siempre han estado ligados, y hoy se consideran un único proceso: el binomio salud-enfermedad. Esto se debe a que la salud no es algo fijo ni estático, sino que tiene que ver con la capacidad del organismo de responder, como totalidad, al continuo cambio, para adaptarse a los diferentes factores que influyen en él: el medio ambiente, la cultura, la civilización y sus manifestaciones ­—la velocidad del cambio, el stress, la despersonalización, la tecnología, los movimientos sociales y políticos, la inseguridad, el terrorismo, la globalización, etcétera.
Con el avance de la ciencia, se crearon dos modelos para explicar el proceso salud-enfermedad: el modelo biomédico, basado en el pensamiento positivista, reduccionista, y en la integración de los hallazgos clínicos con los datos de laboratorio, y que explica que la enfermedad es producida por una causa específica: es unicausal. Y el modelo de la multicausalidad, para el cual las enfermedades están asociadas a factores diversos que tienen que ver con lo biológico y con el contexto en el que se desarrolla el organismo.
La Organización Mundial de la Salud definió en 1946 la salud como “un estado de completo bienestar, físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades” (http://www.who.int/suggestions/faq/es/). Basándome en esta definición y buscando establecer su relación con el enfoque humanista y de la Gestalt, hago las siguientes reflexiones.
El Diccionario de la Lengua define bienestar así: “el estado de la persona en el que se le hace sensible el buen funcionamiento de su actividad somática y psíquica”. Por consiguiente, el bienestar debe ser completo, comprender todas las partes de la persona, referirse a lo integral, lo holístico. Mi estado de salud no es únicamente la evaluación con base en parámetros físicos o biomédicos que determinan mi estado de “normalidad”, también hay que “ser sensible a la actividad somática y psíquica”; esto se refiere a la capacidad de percibir, de sentir mi funcionamiento orgánico y psíquico. Y cuando hablamos de sensibilidad, nos referimos a lo humano, a lo subjetivo: cómo me percibo yo; cómo percibo mi entorno, los estímulos; cómo percibo los afectos y les doy significado. Y esto me recuerda lo que dice Perls: “El hombre sano siente sus emociones, el neurótico siente su cuerpo” (Perls, 2006, p. 225).
Y yo, ¿siento mis emociones, tengo la capacidad de verbalizarlas?
En nuestra cultura, las emociones se han visto como algo negativo y aprendimos que teníamos que controlarlas o eliminarlas. Sin embargo, por lo que ahora conocemos de ellas, en realidad nos orientan en lo que vivimos o experimentamos, son una guía en nuestra existencia.
Las emociones son resultado de la evaluación que hace el organismo de su situación, y son espontáneas y de muy corta duración. Cuando damos un significado a la emoción, se constituye en sentimiento y se convierte en una creación humana, resultado de la experiencia. Por tanto, somos creadores de nuestra experiencia, de sus significados. Dice Robine (2010): “el hombre sano será aquel que pueda ser creador de su existencia como obra de arte” (p. 9).
Las emociones y sentimientos nos dan información sobre lo que nos impacta del entorno y sobre lo que nos hace sentir (si es atractivo, si es amenazante), y así nos orientan en el campo. Nos permiten identificar una necesidad, un interés; nos mueven a la acción, a la supervivencia; por ello son adaptativas, nos motivan e impulsan; nos permiten comunicarnos verbal y no verbalmente; le dan sabor a la vida; clarifican nuestro sentir y la toma de decisiones, ya que sintetizan la experiencia y generan comportamientos éticos (Muñoz, 2013, pp. 61-65).
Las emociones surgen como respuesta de nuestro organismo como totalidad, y se producen en el presente y en la interacción con nuestro entorno (Muñoz, M. 2013. p. XIX). Efectivamente, con nuestro entorno, porque somos seres relacionales. Cada persona forma una unidad con su entorno: el campo/ organismo/ entorno, y ahí es donde se dan los fenómenos de contacto y se generan las emociones. Me refiero a la familia, el trabajo, las amistades, la comunidad, el medio ambiente, los sitios y actividades de recreo, etc. La salud, entonces, es también resultado del contacto en mi campo/ organismo/ entorno, de mi realidad, de lo que experimento en mi frontera y de lo que significan para mí esas experiencias. Por tanto, es también la síntesis de lo que ocurre con las relaciones sociales, con la política, con la economía y sus dinámicas. La salud se convierte, así, en un fenómeno de responsabilidad personal y de todos los integrantes de la sociedad.
Es precisamente en el campo/ organismo/ entorno y en la manera como nos relacionamos donde experimentamos estímulos que promueven nuestro desarrollo, que nos permiten crecer, utilizar nuestro potencial, creatividad y espontaneidad y asimilar la experiencia.
Robine (2010) considera la salud como “la capacidad de crear formas ajustadas a las situaciones, y la patología como la pérdida de esta potencialidad en provecho del uso de formas fijadas, inadecuadas y obsoletas” (p. 9). La patología, la enfermedad, es entonces la respuesta aprendida, invariable, constante, estereotipada, inadecuada, neurótica.
Me imagino artífice de mi salud, con toda mi capacidad de percibir y organizar mi realidad en una totalidad significativa, para responder de manera creativa, espontánea, unificada, aquí y ahora, asimilando lo nuevo y creciendo, y rechazando lo nocivo. ¿Y tú?

BIBLIOGRAFÍA
Frederick Perls, H.G. (2006). Terapia Gestalt: excitación y crecimiento de la personalidad humana. Madrid: Los libros del CTP.
http://www.who.int/suggestions/faq/es/. (s.f.). Obtenido de www.who.in
Muñoz, M. (2013). Emociones, sentimientos y necesidades. México: Instituto Humanista de Psicoterapia Gestalt.

Robine, J.-M. (2010). La psicoterapia como estética. Figura Fondo, 27.

lunes, 3 de julio de 2017

Si no me cuido yo, ¿quién me cuida? Lo social y lo personal en la vivencia de la sexualidad


Liliana Díaz Jerezano[1]

Recordando lo que nos dice Paco Fernández somos seres sexuales, lo tenemos a flor de piel; la sexualidad está impregnada en todo lo que hacemos e incluso en lo que decimos y cómo lo decimos.  ¿Cómo es esto? Dado que desde que nacemos se nos han establecido ciertos roles que social, cultural, política, religiosa y económicamente se esperan de mí o de ti por el hecho de ser hombre o mujer, ejemplos claros y clásicos: “las niñas buenas son de casa, las niñas calladitas se ven más bonitas, los hombres no lloran, el hombre es el proveedor”, ya de facto esto tiene una carga simbólica, que si lo revisamos a luz de la Gestalt muchos de ellos se vuelven introyectos o experiencias obsoletas.
Si atendemos a las noticias o leemos algunas publicaciones en redes sociales, podemos ver que en México somos el primer lugar de América Latina en embarazos de adolescentes, tan solo el 49% de las adolescentes no utilizan ningún método anticonceptivo en su primer encuentro sexual, las Enfermedades de Transmisión Sexual en lugar de ir a la baja van a la alza, los índices de discriminación y violencia hacia mujeres, miembros de la comunidad LGBTTTIQA (Lésbico, Gay, Bisexual, Transexual, Transgénero, Travesti, Intersexual, Queer y Asexual) han aumentado tanto en número como en violencia, como lo podemos ver en los datos estadísticos que presenta CONACYT en su estudio de discriminación en México, donde se observa que los diferentes grupos poblacionales señalan la discriminación como el principal problema de su grupo, esto nos indica que algo no hemos hecho bien o no han sido suficientes los esfuerzos para atender estas situaciones.
Creo profundamente que a mayor educación sexual existen muchas más consideraciones y consciencia que pueden incidir positivamente en la toma de decisiones y cuidados propios.
Consecuentemente con el párrafo anterior, una pregunta inmediata que podemos plantear es si no me cuido yo, ¿quién me cuida? Parte de la educación sexual tiene que ver con una salud sexual integral e integrada en la vida cotidiana, de ahí la importancia de las revisiones periódicas de mis órganos sexuales, de mi cuerpo, las visitas al ginecólogo y/o urólogo, siendo deseable que se haga un hábito en todas las personas, iniciando desde muy temprana edad, para con ello romper mitos y estereotipos de las visitas y chequeos médicos.
En la medida que presto más atención y cuidado a mi cuerpo, también están presentes los cuidados hacia mis sentimientos, emociones y necesidades de manera tal, que será más probable que esté más atento del otro.
Partiendo de la premisa anterior, me pregunto ¿cómo estoy frente a los temas de sexualidad que surgen con mis pacientes? ¿Soy cuidadosa? ¿Doy libertad a que el tema surja? ¿Impongo el tema? ¿Me avergüenzo? ¿O cómo reacciono?
Si nos acercamos desde la teoría de campo en el consultorio estamos co creando un espacio propicio para hablar del tema o evitarlo, me parece que cada uno podemos revisar las preguntas antes mencionadas y responder con detenimiento y sinceridad.
Antes de terminar es importante como terapeutas tener presente que habrá situaciones que sean tan vergonzosas que nuestro paciente no querrá ni mencionarlo y otras que aunque le dé un poco de pena, podrá compartirlas y podemos regresar a las preguntas anteriores.
La sexualidad es algo que estará con todas las personas a lo largo de nuestra vida y qué mejor sí es de manera informada, responsable y consciente.



[1] Liliana Díaz Jerezano. Especialidad en Desarrollo Humano, Especialidad en Gestalt, Especialidad en Sexualidad. Parte del Staff del IHPG Coyoacán.

jueves, 15 de junio de 2017

Sin etiquetas

 
POR: ALEJANDRA DEL CASTILLO

Te sientes atraído como por un imán pero no te importa el género. Eso no es relevante. Lo que le da significado a su relación es todo lo que comparten. No importa si es él o es ella, es una persona, igual que tú, y te hace sentir cosas diferentes.

A Paulina le gustan las personas. En una sociedad que a todo le pone etiquetas, donde pareciera que puede gustarle el blanco o el negro, el hombre o la mujer, ella descubrió que le gustan las personas que se encuentran en medio de esos dos extremos. Y como no le gustan las etiquetas, simplemente les llama “personas de colores”.
Tiene 23 años y es una chica igual a cualquier otra de su edad. No intenta parecer nada, sólo es, así, vital y espontánea. Quiere ser ella, nada más.
Tiene una mirada que parece estar siempre a la espera de una sorpresa. Aguarda el descubrimiento del otro. A Paulina le gustan las personas, así de simple como se lee y tan complicado como es explicar lo que en la realidad significa.
Paulina es una persona pansexual, aunque la etiqueta todavía no la hace sentir lo suficientemente cómoda por todo lo que se dice y todo lo que podría (mal) entenderse.
No es que le guste “lo que sea”, a ella le gustan las personas, lo sabe y lo reitera. Tampoco se quiere ir a la cama con cualquiera a la menor provocación. No tiende a la infidelidad, la promiscuidad o a saltar de una orgía a otra. Ella no transita por una moda, ya que Freud, padre del psicoanálisis, describía la pansexualidad desde principios del siglo XX, así que esto no es nada nuevo.
Las y los pansexuales sienten atracción por las personas, esto incluye hombres y mujeres heterosexuales, lesbianas, gays, transexuales o intergéneros. No es la orientación sexual de las personas lo que define la atracción, se les prefiere por la construcción de sí mismas, por lo que son, con todo lo que ello conlleve.
Paulina creció sin prejuicios, con un papá y una mamá abiertos a cualquier tema, aunque asume que nunca es lo mismo la casa en la que creces que la sociedad.
Recuerda que le gustaron los niños desde chiquita. El primer niño que le gustó era el clásico que le jalaba el cabello y no le hacía caso. Su primer novio lo tuvo a los siete u ocho años en la escuela de música donde tomaba clases. Pero él comparte espacio en la memoria de Paulina con Julia, una niña muy seria, callada y de cabello rizado. Recuerda haber pensado: Julia tiene algo, está padre, me cae muy bien, quiero ser su amiga. Hoy a casi 15 años de distancia, Paulina reconoce que Julia fue la primera chica que le gustó, sin embargo en ese momento no lo entendía como tal, sobre todo porque crecía en una sociedad heteronormada. Simplemente ella no sabía que podía tener más opciones o explorar otras posibilidades.
Volver a la adolescencia, donde la presión social la abrumaba mientras se esforzaba por encajar, sería una pesadilla para Paulina. Se sentía aislada en todos los sentidos. No obstante, hay un momento que está muy claro en su mente: cuando iba en quinto de prepa. De aquella etapa recuerda a Mar, una chica que le encantaba. No era la más guapa, aunque tenía algo que le gustaba; entonces se dijo: sí, soy bisexual.
Lo compartió con dos amigas y lejos de que ellas manifestaran alguna clase de rechazo, las tres encontraron solidaridad en sus palabras. Hablarlo fue importante, decir algo que se trae dentro es aceptar que pasa y que sólo es eso, algo que pasa.
Moría de ganas de salir con una chica y se preguntaba: ¿cómo se le habla a una chica? Acostumbrada a un mundo heteronormado comenzó por romper los estereotipos desde sus relaciones con los hombres. Aun con eso, se tardó al menos cinco años en involucrarse con una chica.
Cuando sucedió, Paulina estaba completamente emocionada y feliz. Estaba orgullosa de aceptarse y lo mostró sin decoro a una sociedad que etiqueta y juzga todo lo que ve.
Hasta aquí, la historia de Paulina podría ser la de una persona bisexual, pero en la construcción de ella misma, se descubrió, en una marcha contra los transfeminicidios a la que asistio, mirando a un hombre con barba que vestía falda. Súper femenino y tan varonil a la vez. Tan guapo y tan guapa. Cuando se dio cuenta, le hizo sentido: le gustan las personas.
Quiere lo que cualquier otra persona cuando busca involucrarse con alguien: tener algo en común, hacer clic, ser amigos, mirarse en el reflejo del otro, entenderse, comunicarse, enseñarle su mundo y deambular por el mundo del otro, que no falte la atracción física y sobre todo, que al entenderse, se sientan cómodos.
Ella trata de ser honesta y lo dice abiertamente: le gustan las personas. Aun así no se ha salvado de las preguntas que sólo giran en torno al aspecto sexual, así ella responde: yo estoy contigo y elijo estar contigo porque estoy bien contigo.
Pero si es difícil explicar su bisexualidad en un orden binario, es más complejo definirle a los demás la pansexualidad. Más de una vez ha recibido frases como: “Eso no existe” o “Estás confundida”.
Es entonces cuando ella se siente eliminada y también discriminada, incluso en los círculos LGTB+, Paulina no entiende por qué la juzgan por la persona que está en ese momento a su lado.
Le gusta pensar que la representa un unicornio, porque son seres que no existen, imaginarios, como ella que también resulta imaginaria algunas veces. Le gusta el alma de las personas y es así como todo fluye.
Homero Ventura, especialista en procesos de aprendizaje, explica que todas las orientaciones sexuales, prácticas, preferencias y decisiones son una construcción que está mediada por la historia, la sociedad y la educación. Una persona que se asume como pansexual es porque se siente atraída tanto emocional, espiritual y afectivamente por lo que una persona es y todo lo demás pasa a un plano secundario o terciario, no importa su sexogénero, su preferencia o identidad, es la persona lo que genera el vínculo.
Indica que la construcción de una persona es un proceso dinámico, cambiante, inestable, caótico y complejo, por eso los grupos LGTB+ se van ampliando.
Ventura describe lo que significa el género fluido: “No está especificado, no es algo concreto ni estable. Se llama fluido porque ‘estoy fluyendo’; una temporada puedo tener una imagen, un comportamiento o una conducta muy femenina y en otra temporada algo muy masculino, otra puedo tener algo muy queer* o muy dentro de lo intersexual. Se llama fluido porque la persona está transitando por diferentes expresiones y diferentes maneras de construirse”. Las expresiones de las personas les generan un sentido y entonces forman parte de la construcción identitaria que enfrenta a la realidad y sus implicaciones.
*En términos generales, además de retar la heterosexualidad obligatoria, la teoría queer rechaza clasificar a las personas por su orientación sexual o identidad de género.
AGRADECEMOS A LA REVISTA CAMBIO LA TOTALIDAD DEL CONTENIDO DE ESTE ARTÍCULO PARA EL BLOG DEL IHPG.

Referencias
Del Castillo A. (2017). Sin etiquetas. Cambio, 786, 17-19. Recuperado de:


martes, 6 de junio de 2017

Encuentros eróticos y satisfacción sexual desde una mirada gestáltica

Por: Nila Ramírez Quintero[1]

En la vida, hay momentos eróticos, aquellos que me hacen experimentar sensaciones de placer: un beso, una caricia, el roce de la mano de alguien que me gusta, hacer el amor, el encuentro furtivo con aquel ser que coincidió conmigo para crear un momento de gozo y millones de posibilidades que desencadenan la respuesta sexual humana.

“El erotismo, es un término que se utiliza para denotar la búsqueda de la excitación sexual; pero también es una manera de vivir la vida, con todos los sentidos, permitiendo y construyendo el placer, el bienestar y la salud. (…) El erotismo transcurre en el escenario de la representación simbólica de una cultura, y despliega sus poderes en dos planos: en el espacio de lo privado y en el de lo público. Depende de factores económicos, sociales, políticos, culturales y psicológicos de cada época, en cada país, grupo, familia y persona.” (Aldana, 2008)

Cuando vivenciamos erotismo, nos referimos siempre a un encuentro, esa otredad que permite que los elementos de la experiencia se organicen para que antes de que lo registre en el pensamiento y lo pueda nombrar con palabras, esté inmersa en la experiencia erótica frente a la particularidad de estar en este espacio y tiempo contigo…

Tú, representas aquello que he aprendido a lo largo de mi historia, aprendizaje significativo escolar, extraescolar, de familia, cultura, oficina, trabajo u ocio que me ha hecho descubrir lo que me gusta, instantes de novedad, que conjugan todas esas historias de interminables momentos de placer y se enriquecen con lo que nos ocurre:  tú y yo sintiendo, mi ser respondiendo a los estímulos de lo que mis sentidos me van reportando.

Jean Marie Delacroix, nombra como “…una de las características destacadas de la terapia gestáltica, la de no centrar la cuestión del hombre en el plano del individuo sino en el campo y la interacción, salir desde una visión psicocentrista e individualista hacia una visión interactiva” (Delacroix, 2008, pág. 68)

Cuando usamos está visión, para hablar de encuentros sexuales, la mirada es amplia, nos invita a no perder de vista, que la experiencia está conformada por los elementos del campo, que incluyen a las personas participantes en el encuentro, más todos los factores espaciales y temporales que componen ese momento, en otras palabras, no es lo mismo la experiencia de estar de luna de miel con mi pareja en la habitación de un hotel, a la del elevador de mi trabajo con mi amante, mientras nos damos caricias apresuradas antes de llegar al piso 15.

Cada encuentro tiene diferentes significados, y cada experiencia sólo puede ser sentida y nombrada desde la vivencia de la persona. 

Para estudiar el proceso del coito, (hacer el amor, tener sexo, un rapidín) o cualquier acto que incluye el proceso de la respuesta sexual humana, los médicos, terapeutas y sexólogos nos apoyamos, mirando y evaluando

… una serie de procesos fisiológicos que ocurren en el individuo y tienen como objetivo principal responder a ciertos estímulos específicos con la potencialidad de desencadenar un orgasmo. A los estímulos que provocan esta respuesta se les llama estímulos sexuales. La respuesta sexual es regulada por la interacción de procesos biológicos, psicológicos y sociales. (Rubio Aurioles & Revuelta Zúñiga, 2007, pág. 475)

Un encuentro:

 “W” y “X”, llevan saliendo 1 mes, el día de hoy se encuentran para cenar en un lugar elegante, con luz tenue, música suave y velas.

El encuentro desde la mirada de “W”

 “W” observa a “X” con atención, le gusta lo que mira y  se siente en completa atracción, sus movimientos van sintonizándose con “X” y en un momento de la noche, justo cuando se encuentran rozándose la pierna por debajo de la mesa y con las manos casi tocándose, “W” piensa: “Sí, hoy tengo ganas de ir al hotel y tener un encuentro de mucha pasión”, comienza a imaginar el cuerpo de “X” sin ropa, su excitación va subiendo tanto, que le cuesta continuar la cena, finalmente “W” y “X” deciden ir al hotel, en un momento se desvisten, las caricias son intensas “W” está en éxtasis total disfrutando de ese momento placentero, va gozando cada instante de descubrir el cuerpo de “X”.  Después de gloriosos minutos, llega al momento del orgasmo y un gemido de satisfacción inunda el espacio por unos segundos, “W” se separa de “X” y se permite descansar sobre la cama con una enorme sonrisa en el rostro.

La versión de “X”

“X” mira a “W”, le recuerda un poco a su ex, sin embargo hay algo que le atrae mucho de “W” de forma muy particular, cuando están compartiendo un momento “X” siente tranquilidad, confianza, esa sensación que le permite cerrar los ojos y dejarse llevar, en un instante se encuentra haciendo consciencia de esa sensación cuando nota que tiene su pierna junto a la de “W” y no le dan ganas de quitarla, se reafirma que le gusta esta sensación y que confía, cuando “W” hace la propuesta de ir al hotel, “X” lo medita un instante y accede, nota como en ese momento soltar el control está siendo muy excitante y que mirarse en la mirada de “W” le hace sentirse en una combinación de calma y excitación. En el hotel, lo que más disfruta es soltarse y dejar que sea “W” quien lleva la rienda de la situación, todo va siendo muy placentero y cuando “W” tiene ese gran orgasmo, “X” se siente en plenitud y satisfacción, nota como se separa de “W” para entrar en un sueño profundo que le permite descansar con los músculos del cuerpo en completa relajación.

En conclusión, desde la mirada de la terapia Gestalt, observamos no sólo el proceso fisiológico del individuo, sino la co-creación de la experiencia de los participantes, el espacio y el tiempo, por lo que, el encuentro erótico se convierte en un evento placentero y satisfactorio en la medida que ayuda a llenar una necesidad que surge en un momento y contexto específico.

 

Referencias:

-        Aldana, A. (2008). Psicología y sociología del erotismo. En I. A. Montis, Sexualidad Humana (pág. 31). México, Distrito Federal: Manual Moderno.


-        Delacroix, J.-M. (2008). Encuentro con la Psicoterapia. Una visión antropológica de la relación y el sentido de la enfermedad en la paradoja de la vida. Santiago de Chile: Cuatro Vientos.


-        Rubio Aurioles, E., & Revuelta Zúñiga, S. A. (2007). Fisiología del Erotismo Humano. En C. N. Población, Antología de la Sexualidad Humana (pág. 475). México: Miguel Ángel Porrúa.




[1] Mtra. Nila Ramírez Quintero. Lic. en Psicología, Sexóloga, Maestra en Gestalt por el Instituto Humanista de Psicoterapia Gestalt, Docente y Psicoterapeuta Gestalt.

lunes, 29 de mayo de 2017

Los sentimientos en el maternaje y paternaje

Por: Helena González Vallejo

Siguiendo con el tema de la semana pasada, aprovechando el mes de mayo y la posibilidad que da para hablar de maternaje y paternaje, se me ocurrió compartir algunas reflexiones sobre lo que esta elección implica. Particularmente quisiera hablar sobre lo que se despierta a nivel emocional con esta elección.

 Cuando hablaba de que el maternaje/paternaje es algo que se elige, no quiero dar por sentado que elegirlo da la sabiduría para ejecutar esta labor tan grande y compleja. Pensemos en esos que han elegido a alguien como suyo y que se han visto co-creando situaciones difíciles como la violencia, las adicciones y otras más.

 ¿Qué es lo que alguien tiene que sentir para que después de haber elegido a alguien como suyo le suelte un golpe?, ¿Cuánto tuvo que aguantar alguien para terminar “destruyendo lo que más ama”?, ¿De qué no se dio cuenta?, ¿Qué fue lo que no atendió?

 Amar a alguien, en especial a un hijo, está cargado de estereotipos, éstos dan poco espacio a los padres para darse permiso de sentir enojo, frustración, desesperación, susto, decepción, etc., parecería que en el estereotipo de “madre/padre ideal”, el amor debería ser algo permanente y fijo, donde los padres tendrían que negarse los “sentimientos negativos” que les producen sus hijos. Frases como: “Ya no puedo más con mi hijo, me desespera muchísimo, quisiera que desapareciera unos días”, “Me he esforzado mucho por él, y así me paga, me siento profundamente decepcionada”, “Vete de mi casa, ya no te aguanto”, éstas y otras más que surgen de sentimientos desagradables, suelen ser muy condenadas, mal vistas, incluso por nosotros mismos (aunque seamos nosotros quienes sentimos eso).

 No hay nada más anti-humanista o anti-gestalt que pedirle a alguien que no sienta lo que siente, que sobreponga una idea, aunque sea la “de ser buena madre/padre” a un sentimiento auténtico negativo. Reconocernos enojados, frustrados, decepcionados, etc., comúnmente genera otros sentimientos falsos como la culpa. Culpa por sentir enojo o desamor hacia alguien que se supone deberíamos amar a pesar de todo.

 Dos cosas importantes para concluir:

 
1.    Nadie siente auténticamente culpa, la culpa surge cuando lo que siento no corresponde a lo que “debería sentir”, cuando no es lo que me han enseñado, cuando lo que siento es repulsión hacia mi hijo pero “no debería sentirlo”.

2.    Elegir a alguien como tuyo, partiendo de la aceptación/aprecio positivo incondicional, significa comprometer “todo lo de mi vida” lo agradable y lo desagradable, significa “amarte y abrazarte con todo el cariño que soy capaz”, y significa “enojarme mucho contigo” también, eso me ayudará a poner límites, eso me ayudará a mostrarle que la gente también necesita cosas, que puede invadir a otros. El enojo es algo que ayuda al crecimiento y al desarrollo.

 
No con esto quiero decir que esté en pro de la violencia o situaciones parecidas, sino lo contrario: cuando uno es capaz de dejarse sentir el enojo, cuando le da su lugar y logra poner el límite que la energía del enojo permite, la persona no se sobrecarga, no llega al extremo de otros sentimientos como la furia o la ira. La “carga” se “descarga” cuando la necesidad se satisface.

Lo que sentimos no está equivocado, esto se extiende a todas las situaciones de nuestra vida, los sentimientos son una brújula que nos orienta en la situación presente. Para conocer más sobre la postura humanista-gestalt alrededor de los sentimientos, invito a consultar el libro de la Dra. Myriam Muñoz, titulado Emociones, sentimientos y necesidades.

 
Helena González Vallejo
Licenciada en Psicología, con Maestría en Gestalt y Especialidad en Desarrollo Humano por el IHPG. Coordinadora Académica del IHPG Condesa.

 

 
 
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