Al brindar, te pones de pié y con la
copa de vino en la mano, la levantas y dices ¡Salud!; si alguien estornuda, aún
en el más estricto protocolo, varias personas pronuncian la palabra ¡Salud!
¡Salud! ¡Salud!; si adquieres un bien
como una casa, automóvil, vestido, las personas te dicen: ¡con Salud!; al
inicio del año se escucha el estribillo de una canción que desea ¡Salud, dinero
y amor! en este orden: primero Salud. Pareciera que lo más preciado es la
salud; todos la anhelan, se pide como la mejor de las bendiciones y cuando se
pierde, se nubla el camino, se decae el ánimo y tanto el enfermo como su
entorno, se lamentan.
Según lo anterior, da la impresión
que la salud llega de fuera, como si de un privilegio se tratara. Una creencia
muy común hoy en día es que al médico se le otorga la responsabilidad de la prevención,
la cura y el mantenimiento de la salud
de sus pacientes. Las personas suelen
pensar que su estado personal de salud, depende
en gran parte de la genética. Otros dicen, “eres lo que comes”. Desde la
antigua Grecia se sabe que “mente sana en cuerpo sano” y se puede seguir…
Entonces ¿qué es la salud?
No se puede hablar de salud sin
hablar de enfermedad. Según Dethlefsen,T. y Dahlke R. En su libro La Enfermedad
Como Camino, 2012, “… la enfermedad es
un estado que indica que el individuo, en su conciencia, ha dejado de estar en orden o armonía. Esta pérdida de
equilibrio interno se manifiesta en el cuerpo en forma de síntoma.” (págs. 21 y
22). Con esta definición vemos que la salud abarca, además del concepto de
enfermedad, el concepto de la conciencia,
del orden y armonía, del equilibrio interno y del síntoma. Con esta
definición, parece ser que la salud es el resultado de un proceso de cambio de
paradigma pues tiene que ver con una visión de auto conciencia y
responsabilidad del propio individuo hacia sí mismo y con la relación del
individuo como un ser vivo en su totalidad, con el entorno en su totalidad,
también.
Leyendo a estos autores, me parece
que el elemento sobresaliente es el Síntoma pues es el mensajero, “…señal y
portador de información… y nos obliga a estar pendientes de él… El síntoma nos
informa de que algo falta.” (pág. 22). La conciencia es la capacidad de darse
cuenta y es a través de ella que la persona se da cuenta que algo le falta;
cuando se es conciente del síntoma, éste se convierte en un aliado para vencer la enfermedad. Es en la conciencia
donde el orden y la armonía se ven quebrantados y el cuerpo lo refleja como
enfermedad; no es el cuerpo el que enferma, es el ser humano el que es capaz de
enfermar. Por lo tanto, “no suscribimos la habitual división de las enfermedades en somáticas,
psicosomáticas, psíquicas y espirituales. Esta clasificación sirve más para
impedir la comprensión de la enfermedad que para facilitarla.” (pág. 18)
El síntoma coloca la sombra frente a
los ojos. “Llamamos sombra (en la acepción que da a la palabra C.G. Jung) a la
suma de todas las facetas de la realidad que el individuo no reconoce o no
quiere reconocer en sí y que, por consiguiente, descarta” (pág. 52). El ser humano proyecta, es decir “El Yo determina un Tu que
es considerado como lo externo. Ahora bien, si la sombra está formada por todos
los principios que el Yo no ha querido asumir, resulta que la sombra y el exterior son idénticos.” (pág.54). La sombra contiene lo que falta.
Los autores mencionan que ir por lo que falta, o sea, enfrentarse a la sombra,
se requiere de sinceridad para contemplarse a uno mismo “… Y, para el que busca
la sinceridad al contemplarse a sí mismo, la enfermedad puede ser de gran ayuda.
¡Porque la enfermedad nos hace sinceros! (pág.58). Si la enfermedad muestra tal
cual al ser humano, es la misma, la que ofrece la oportunidad de ser más
auténticos y responsables de asumir lo que antes faltaba y ahora se integra a
la conciencia del sí mismo.
Con lo expuesto en el presente texto,
se puede decir que el ser humano es más sano en la medida que esté más completo.
“Enfermedad y curación son conceptos que pertenecen exclusivamente a la
conciencia, por lo que no pueden aplicarse al cuerpo, pues un cuerpo no está
enfermo ni sano. En él solo se reflejan, en cada caso, estados de la
conciencia.” (pág. 23).
Al revisar la esencia del planteamiento
del libro La Enfermedad Como Camino, se puede apreciar que la salud o el estado
de salud o dicho también, lo saludable, es un proceso interno de conciencia e
integración que apunta al equilibrio de las partes que conforman al Ser Humano
y es a él mismo y nadie más que le compete la responsabilidad de mantener su
cuerpo como un reflejo del estado de su conciencia pues es en esta donde se
genera la curación para ser y estar saludables.
¡Salud!
*Bertha Rincón es especialista en temas de Creatividad, Psicoterapeuta y Docente del IHPG. Especialidad en facilitación de grupos y trabajo con Síntomas.
Referencias bibliográficas
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