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jueves, 13 de julio de 2017

SALUD Y GESTALT
AUTOR: MARÍA ANTONIETA BARRAÑÓN CEDILLO

El concepto de salud ha ido cambiando como resultado de los acontecimientos históricos, los movimientos sociales, la cultura y los modelos desarrollados para aproximarnos al conocimiento.
Desde tiempos muy antiguos se ha ligado la salud a fenómenos mágico-religiosos: perderla tenía que ver con el castigo divino. Las civilizaciones egipcia, mesopotámica, hebrea, griega, romana, árabe y mexica, entre otras, desarrollaron códigos y conceptos con respecto al cuidado de la salud y la higiene, tanto individual como pública. También pensaban que el clima y el modo de vida —la dieta, el descanso, el trabajo, la vigilia, el sueño y las reacciones emocionales— intervenían para enfermar o para conservar la salud. Aún en la actualidad, ante lo inexplicable, muchos creemos que en nuestra condición de salud tiene que ver lo dispuesto por un Ser superior.
Hipócrates, médico griego que vivió en el siglo V a.C., cambió el paradigma de la medicina, pues estableció que en los pacientes hay manifestaciones clínicas observables resultado de su vida, y que cada enfermedad tiene sus causas naturales.
¿Has advertido que iniciamos hablando de salud y ahora nos referimos a la enfermedad? Los conceptos de salud y de enfermedad siempre han estado ligados, y hoy se consideran un único proceso: el binomio salud-enfermedad. Esto se debe a que la salud no es algo fijo ni estático, sino que tiene que ver con la capacidad del organismo de responder, como totalidad, al continuo cambio, para adaptarse a los diferentes factores que influyen en él: el medio ambiente, la cultura, la civilización y sus manifestaciones ­—la velocidad del cambio, el stress, la despersonalización, la tecnología, los movimientos sociales y políticos, la inseguridad, el terrorismo, la globalización, etcétera.
Con el avance de la ciencia, se crearon dos modelos para explicar el proceso salud-enfermedad: el modelo biomédico, basado en el pensamiento positivista, reduccionista, y en la integración de los hallazgos clínicos con los datos de laboratorio, y que explica que la enfermedad es producida por una causa específica: es unicausal. Y el modelo de la multicausalidad, para el cual las enfermedades están asociadas a factores diversos que tienen que ver con lo biológico y con el contexto en el que se desarrolla el organismo.
La Organización Mundial de la Salud definió en 1946 la salud como “un estado de completo bienestar, físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades” (http://www.who.int/suggestions/faq/es/). Basándome en esta definición y buscando establecer su relación con el enfoque humanista y de la Gestalt, hago las siguientes reflexiones.
El Diccionario de la Lengua define bienestar así: “el estado de la persona en el que se le hace sensible el buen funcionamiento de su actividad somática y psíquica”. Por consiguiente, el bienestar debe ser completo, comprender todas las partes de la persona, referirse a lo integral, lo holístico. Mi estado de salud no es únicamente la evaluación con base en parámetros físicos o biomédicos que determinan mi estado de “normalidad”, también hay que “ser sensible a la actividad somática y psíquica”; esto se refiere a la capacidad de percibir, de sentir mi funcionamiento orgánico y psíquico. Y cuando hablamos de sensibilidad, nos referimos a lo humano, a lo subjetivo: cómo me percibo yo; cómo percibo mi entorno, los estímulos; cómo percibo los afectos y les doy significado. Y esto me recuerda lo que dice Perls: “El hombre sano siente sus emociones, el neurótico siente su cuerpo” (Perls, 2006, p. 225).
Y yo, ¿siento mis emociones, tengo la capacidad de verbalizarlas?
En nuestra cultura, las emociones se han visto como algo negativo y aprendimos que teníamos que controlarlas o eliminarlas. Sin embargo, por lo que ahora conocemos de ellas, en realidad nos orientan en lo que vivimos o experimentamos, son una guía en nuestra existencia.
Las emociones son resultado de la evaluación que hace el organismo de su situación, y son espontáneas y de muy corta duración. Cuando damos un significado a la emoción, se constituye en sentimiento y se convierte en una creación humana, resultado de la experiencia. Por tanto, somos creadores de nuestra experiencia, de sus significados. Dice Robine (2010): “el hombre sano será aquel que pueda ser creador de su existencia como obra de arte” (p. 9).
Las emociones y sentimientos nos dan información sobre lo que nos impacta del entorno y sobre lo que nos hace sentir (si es atractivo, si es amenazante), y así nos orientan en el campo. Nos permiten identificar una necesidad, un interés; nos mueven a la acción, a la supervivencia; por ello son adaptativas, nos motivan e impulsan; nos permiten comunicarnos verbal y no verbalmente; le dan sabor a la vida; clarifican nuestro sentir y la toma de decisiones, ya que sintetizan la experiencia y generan comportamientos éticos (Muñoz, 2013, pp. 61-65).
Las emociones surgen como respuesta de nuestro organismo como totalidad, y se producen en el presente y en la interacción con nuestro entorno (Muñoz, M. 2013. p. XIX). Efectivamente, con nuestro entorno, porque somos seres relacionales. Cada persona forma una unidad con su entorno: el campo/ organismo/ entorno, y ahí es donde se dan los fenómenos de contacto y se generan las emociones. Me refiero a la familia, el trabajo, las amistades, la comunidad, el medio ambiente, los sitios y actividades de recreo, etc. La salud, entonces, es también resultado del contacto en mi campo/ organismo/ entorno, de mi realidad, de lo que experimento en mi frontera y de lo que significan para mí esas experiencias. Por tanto, es también la síntesis de lo que ocurre con las relaciones sociales, con la política, con la economía y sus dinámicas. La salud se convierte, así, en un fenómeno de responsabilidad personal y de todos los integrantes de la sociedad.
Es precisamente en el campo/ organismo/ entorno y en la manera como nos relacionamos donde experimentamos estímulos que promueven nuestro desarrollo, que nos permiten crecer, utilizar nuestro potencial, creatividad y espontaneidad y asimilar la experiencia.
Robine (2010) considera la salud como “la capacidad de crear formas ajustadas a las situaciones, y la patología como la pérdida de esta potencialidad en provecho del uso de formas fijadas, inadecuadas y obsoletas” (p. 9). La patología, la enfermedad, es entonces la respuesta aprendida, invariable, constante, estereotipada, inadecuada, neurótica.
Me imagino artífice de mi salud, con toda mi capacidad de percibir y organizar mi realidad en una totalidad significativa, para responder de manera creativa, espontánea, unificada, aquí y ahora, asimilando lo nuevo y creciendo, y rechazando lo nocivo. ¿Y tú?

BIBLIOGRAFÍA
Frederick Perls, H.G. (2006). Terapia Gestalt: excitación y crecimiento de la personalidad humana. Madrid: Los libros del CTP.
http://www.who.int/suggestions/faq/es/. (s.f.). Obtenido de www.who.in
Muñoz, M. (2013). Emociones, sentimientos y necesidades. México: Instituto Humanista de Psicoterapia Gestalt.

Robine, J.-M. (2010). La psicoterapia como estética. Figura Fondo, 27.

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