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lunes, 27 de febrero de 2017

No te tomes nada personalmente (El amor no es como lo pintan 3a. parte)

Por: Mtra. Leticia Herrera y Mtra. Leticia Steiner

1.    No te tomes nada personalmente

Cada cabeza es un mundo y somos únicos, por lo que percibimos la realidad de acuerdo a nuestra función personalidad, que lleva una historia que nos hace interpretar los eventos de una forma individual. Esa es nuestra verdad y no es necesariamente verdad para nadie más. Los problemas inician cuando queremos imponerla al otro.

Nuestras opiniones son únicamente una proyección de nuestras propias creencias y de lo que existe en nuestra mente, que no tienen nada que ver con el otro.  Los comentarios agradables o desagradables tienen que ver nosotros mismos y con nuestra manera de percibir el mundo en ese momento.

Al comprender lo anterior, y partiendo del hecho que nos estamos relacionando con otro totalmente diferente, se podrían evitar conflictos innecesarios en la relación de pareja al entender de antemano que ambos tenemos nuestra propia perspectiva, fruto de nuestra historia personal que usaremos como los “lentes” para mirar el entorno y al otro. Entonces podemos abrirnos a la posibilidad de escuchar otra forma de pensar, actuar y/o sentir, que probablemente no será igual que la nuestra porque partimos de un condicionamiento distinto, como se revisó anteriormente, y más aún cuando la pareja se conforma por un hombre y una mujer. También cabe recordar que nuestra pareja es la pantalla perfecta para nuestras proyecciones.

Existen tantas realidades como seres humanos y no hay una verdad mejor que otra. Si mantenemos una comunicación impecable, quizá podríamos recibir al otro sin estar a la defensiva y enriquecer la relación de pareja con lo que ambos podemos aportar a ella. Así, podremos evitar luchas de poder para ver quién tiene la razón,  finalmente, la tenemos ambos, desde nuestro punto de vista.

Lo anterior no significa que como respetamos y valoramos la verdad del otro, tengamos que mantenernos en una relación con alguien cuya forma de ser es totalmente incompatible con la nuestra, a tal grado que tengamos que mutilarnos o intentar mutilar al otro para embonar o si en la relación hay maltrato.  Es importante recordar ser impecables con nosotros mismos.

El segundo acuerdo sugiere que sea lo que sea que la gente diga, haga o piense no lo tomemos de manera personal, aun cuando sea un halago, pues no tiene que ver con nosotros, sino con su propia manera de percibir. 

Así, es posible romper cualquier dependencia que se tenga hacia el otro, pues nuestra valoración dependerá de lo que nos digamos a nosotros mismos y no alguien afuera. Sin embargo, podemos escuchar el punto de vista del otro y ponderar si hay alguna información valiosa para nosotros en su comentario.

Si logramos ver a los demás tal como son, sin tomárnoslos personalmente, nada de lo que digan o hagan podrá dañarnos y no nos estaremos exponiendo a sufrir por nada.  Es importante no engañarnos a nosotros mismos, interpretando y acomodando las palabras o las acciones del otro de tal forma que las ajustamos a lo que queremos percibir….y no a lo que es.

¡Cuántas veces hemos hecho totalmente lo contrario!  Nos hemos contado una historia de nosotros mismos y del otro que es la que queríamos escuchar,  pero que no corresponde a la realidad, y después nos sentimos desilusionados de nuestra pareja, e incluso le reclamamos y lo culpamos porque es quien es y no lo que queríamos que fuera. Ver lo que es puede resultar doloroso pero es la única manera de relacionarnos con el otro de manera auténtica.

Deseamos tanto una historia de amor determinada que la armamos en nuestra fantasía y la proyectamos en el entorno. Como generalmente queremos tener la razón, acomodamos los eventos de tal forma que embonen con esa historia que construimos en nuestra cabeza, hasta que no podemos seguirnos engañando y no nos queda otra opción que ver la verdad. 

Cada quien es responsable de su mitad de la relación, cada quien es responsable de su felicidad y su bienestar, así como de su incomodidad o insatisfacción. Esta responsabilización promueve la comunicación, que si es impecable, podrá mejorar la relación o tener la opción de terminarla sin tanto desgaste y/o drama.

Al practicar este acuerdo, desarrollamos la habilidad de mirar al otro y a nosotros mismos con más objetividad, incluso con más compasión.


Si no nos tomamos nada personalmente podemos ir con el corazón abierto sin temor a ser lastimados, pues ningún comentario insensible o acto negligente de los demás podrán herirnos, podremos pedir lo que necesitemos y decir sí o no a lo que deseemos sin culparnos o juzgarnos, pues siempre podremos seguir a nuestro corazón.

 2.    No hagas suposiciones

Este acuerdo sugiere salir de la zona de fantasía hacia el entorno para no quedarse en un retraimiento inútil, en el que enviamos información a las funciones ello y personalidad que probablemente no sea acertada. La zona de fantasía incluye toda actividad mental que no está relacionada con lo que ocurre en el momento presente.

El problema de hacer suposiciones es que creemos que son ciertas, nos lo tomamos personalmente y después actuamos en consecuencia, lanzando veneno emocional con nuestras palabras y creando drama a nuestro alrededor.

Generalmente, vemos lo que queremos ver y oímos lo que queremos oír. Tenemos la costumbre de imaginar, en vez de ver la realidad tal cual es y como nuestra atención es selectiva, iremos interpretando aquellas conductas, palabras o situaciones que confirmen nuestras suposiciones. Después defenderemos esas suposiciones como si hubieran sido ciertas, intentando que el otro sea quien no tiene la razón.

Damos por hecho que los demás suponen igual que nosotros, pero no es así, por eso es mejor preguntar y aclarar para evitar malos entendidos. Al hacer suposiciones, lo que está en juego son nuestras creencias alimentadas por la idea de un amor romántico, lo que implica un comportamiento determinado que el otro debe seguir, si no se pondrá en duda el amor que nos profesa. 

Construimos una imagen idealizada de nuestra pareja, tomando las características que nos gustan, dejando de atender lo que no nos gusta. Armamos el rompecabezas de nuestra relación fantaseada con piezas mancas y espacios en blanco que llenamos con nuestras suposiciones. En este caso, hacer preguntas es amenazante, pues de alguna manera queremos seguir creyendo la “hermosa” historia de amor que elaboramos en nuestra cabeza.

Después, cuando la realidad finalmente surge, le reclamamos al otro cuando no se ajusta al guión que hemos creado con base en nuestras suposiciones. Hemos inventado un personaje al que amamos profundamente, totalmente distinto a ese  desconocido que está frente a nosotros, mostrando su desconcierto al no tener idea del motivo de nuestra desilusión. Este es uno de los errores más comunes en la relación de pareja, que se une con las creencias que tenemos sobre el amor y que lejos de llevarnos a la armonía, nos dejan llenos de malos entendidos y paradójicamente, nos alejan del amor.

En las relaciones predomina la idea de que el otro sabe lo que queremos o necesitamos por lo que no es necesario hablar y decir claramente lo que pensamos, vamos creando figuras ideales que desconoce nuestra pareja.

El tercer acuerdo nos ayuda a percatarnos de la historia que estamos creando en nuestra mente y nos invita a cotejar con el otro si estamos interpretando adecuadamente antes de reaccionar y generar un conflicto. Actuar con esta consciencia promueve un contacto más profundo y genuino, pues nos atrevemos a ir hacia el otro con una comunicación abierta en lugar de quedarnos en nuestro mundo interno. Cuando suponemos y nos damos cuenta, adquirimos información sobre nuestra manera de percibir el mundo, podemos responsabilizarnos sobre nuestro sistema de creencias y nos da la oportunidad de hacer las modificaciones pertinentes, si así lo deseamos.

Al practicar el tercer acuerdo la lectura de mente queda totalmente fuera del juego. Por lo tanto, si tenemos dudas sobre nuestra pareja o sobre la relación, preguntemos. Si queremos o necesitamos algo, pidamos claramente.

Al reconocer el romanticismo idealizado que nos separa de nuestro ser amado, creamos un espacio al amor para que fluya entre nosotros.
 


REFERENCIAS
Steiner, L. (2012) Los cuatro acuerdos: una propuesta educativa para la resignificación del concepto de amor de pareja.  Tesis de Maestría. México; IHPG.
Ruiz,  M. (1998) Los cuatro acuerdos. Un libro de sabiduría tolteca. Barcelona: Urano.



¡Deja tu comentario, nos interesa escucharte! 


En el IHPG contamos con una serie de materiales relacionados con los temas de Pareja.

En la revista Figura fondo puedes encontrar los artículos:
·       La pareja es lo parejo: un encuentro yo-tu - Marcela Bracho
Figura Fondo 14
·       Los introyectos y la pareja - Renatta Arrazola Lara
Figura Fondo 28
·       De Buber a Benedetti: la pareja es un collar de encuentros - Enrique Rivera Medina
Figura Fondo 31
·       Celos, la otra cara del amor. Una visión desde la psicoterapia Gestalt - Francisco Fierro
Figura Fondo 23
Elección de amor - Noemí Armas
Figura Fondo 12

 
Y en la biblioteca podrás consultar las siguientes tesis de nuestros egresados:
¿Cómo sobrevivir al riesgo del amor? Una reconstrucción de mis creencias – Sulim Cruz Martínez

      Propuestas reeducativas para construir un modelo satisfactorio de vida en pareja– Lourdes González Franco


        Ideales introyectados acerca del amor romántico y su incidencia en noviazgos violentos– Myriam Melo Carrasco


     Poliamor en México siglo XXI. Enfoque Gestalt – Andrea Alicia Prado Álvarez


     Relación entre la experiencia de vida en pareja y la actividad profesional del psicoterapeuta Gestalt– Vanessa Ramos Flores


     Los 4 acuerdos: una propuesta educativa para la resignificación del concepto de amor de pareja– Leticia Steiner


        El proceso de actualización de los vínculos primarios a partir de la relación de pareja– Ruth Esmeralda Tova Hernández


    “Mientras te siga eligiendo” El darse cuenta como elemento actualizador de la Relación de Pareja– María del Pilar Uribe Arrangoiz


     Dije en lo próspero y en lo adverso. No en el reclusorio Norte – Mónica Uribe Fenollosa


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