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lunes, 6 de marzo de 2017

Tan ridículo, tan cierto, tan todas las personas

Por: Homero Ventura Tello
IHPG Coyoacán 2017
Dos premios Nobel en una sola vida. Un amor intenso que un accidente arrebató. Es fácil desde aquí  pensar en La ridícula idea de no volver a verte. (Montero, R. 2013. Seix Barral). La novela llega a mí cuando parece que la ciencia y las emociones viven en mundos distantes y que incluso se repelen. No es así.

La historia de Pierre y Marie  Curie, bajo las letras de Rosa Montero, constituye una oportunidad de visibilizar innumerables temas, dentro de los que destaco las construcciones entre las personas y lo complejo que éstas son. Pongo la atención en utilizar la creación de una escritora para intentar entender nuestro mundo y sus recovecos, los sabores y sinsabores es decir, lo que la vida misma es.

La dinámica que seguiré es a través del comentario de fragmentos de la obra de Rosa Montero con la finalidad de explicitar consideraciones propias entorno al ejercicio terapéutico y el ejercicio literario.

“Tengo sobre todo este sentimiento obsesivo de desamparo, con momentos de angustia, y también una inquietud, y a veces la idea ridícula de que todo esto es una ilusión y que vas a volver. ¿No tuve ayer, al oír cerrarse la puerta, la idea absurda de que eras tú?”

La coexistencia de elementos. He tenido la oportunidad de estar en terapia con situaciones que están presentes al mismo tiempo. Esto  es para maravillarse. En la cita que precede estas líneas lo expresa bellamente: obsesión, desamparo, angustia, inquietud, ridiculez, ilusión, reencuentro y absurdo. Todo esto viviendo y hablando al mismo tiempo y con las preguntas ¿cómo estar?, ¿cómo sentirse?, ¿cómo explicarlo?, ¿cómo explicármelo? y ¿cómo continuar? La vida puede ser vista así como un tejido donde cada hebra da sentido; donde probablemente nada sobra y nada falta, todo constituye. Al interior de la terapia es ver al mismo tiempo el tejido y la hebra. A la persona tejiendo y a su acción de tejer. A sus utensilios de tejido y su pericia al usarlos. Un poco esto hacemos los terapeutas; recorrer estas acciones, estas palabras, ubicar el sentido, distinguir los significados propios. Rosa Montero lo hace y ella lo presenta como novela y yo lo aplico para comprender.

“Crecemos como bonsáis, torturados y podados y empequeñecidos por las circunstancias, las convenciones, los prejuicios culturales, los imperativos sociales, los traumas infantiles y las expectativas familiares.”

Lo anterior es historia presente, nuestra historia cotidiana. Mujeres y hombres, desde las características específicas, lo vivimos. Es el tema de largas sesiones de terapia y al tiempo, nuestras herramientas de trabajo.  Una sociedad de la que formamos parte, lo que en Gestalt podemos llamar quizá campo. Una serie de fuerzas que apelan a nuestras capacidades de movernos y que a veces parece un gigantesco remolino donde quedamos por momentos inermes. El inicio de la cita es revelador: “crecemos”. De eso se trata, un poco a la idea de Galileo “eppure si muove” y sin embargo crecemos.  Este crecimiento es un punto nodal en terapia, que no hay que dejar de ver nunca y hurgarlo para ver cómo seguimos creciendo con el otro y entre nosotros.

Me es imposible dejar de ver que la heteronorma hace que la historia entre mujeres y hombres sea distinta y compleja. Hay construcciones que no son iguales, que dificultan a las mujeres y a los hombres crecer. Como el caso de Marie Curie; donde el acceso a la educación el reconocimiento de sus pares científicos y de la comunidad en general pasa las facturas. No es algo aislado del allá y el entonces, ocurre aquí y ahora, bajo algunos ropajes distintos donde la desigualdad e inequidad afectan transversalmente a toda la sociedad y así se visibiliza en terapia: a todos sin distinción. Me parece fundamental que al aparecer en todas las personas cobra dimensiones públicas y obviamente sociales. Un bosque de bonsáis.

“Y así, yo, que me he pasado toda la existencia poniendo palabras sobre la oscuridad, me quedé sin poder narrar la experiencia más importante de mi vida. Ese silencio duele.”

Palabra y existencia. Reconocer que necesitamos decir y que ese decir es un hacer. Y si no lo hacemos cala en lo más profundo de nuestras almas. La sesión terapéutica es una opción para decir y más cuando hay alguien que apoya a ese nombrar, no solo con palabras, sino con todo lo que tenemos al alcance para distinguir que el silencio duele. La pregunta puede ser si ese silencio tiene los espacios y las condiciones  para  expresarse. Y lamentablemente no lo creo. Hay sectores sociales vulnerados y vulnerables que el silencio los mantiene en esa situación. Hablo específicamente de la población de mujeres, obviamente no es un problema  de sectores, es un problema de todos, de los hombres  de la población diversa incluso la población adolescente e infantil no sale bien librada. ¿En dónde estamos? Es el silencio que hemos construido y que reafirmamos a cada instante en cada acción, a veces evidente y a veces microviolenta. Es el intento de “poner palabras sobre la oscuridad” como dice el fragmento citado. En verdad este silencio es importante; quedo reflexionando ¿Por qué hay más población femenina que acude a mi consulta?, ¿por qué tengo más alumnas que alumnos? Y las preguntas pueden continuarse.

“El verdadero dolor es indecible. Si puedes hablar de lo que te acongoja estás de suerte: eso significa que no es tan importante. Porque cuando el dolor cae sobre ti sin paliativos, lo primero que te arranca es la palabra.”

Y nuevamente el decir. Con este fragmento concluiré este comentario. No es que solo se deba de hablar del dolor y de lo oscuro de pasajes de la vida. He hablado de esto porque es un llamado a las posibilidades, a las opciones a que no haya “dolores indecibles” jugando con las palabras de la autora. A pensar que aunque la palabra sea arrancada queda el cuerpo y sus movimientos para expresar, la respiración y su oleaje para fluir. Es resaltar que el cambio está y es posible, es una realidad que nuestros mismos cuerpos revelan. Que lo vemos en cada persona y en la naturaleza.

Las palabras de Rosa Montero vibran a cada línea. Toca lo profundo de la vida y lo intenso de los sentimientos. Decía en los párrafos iniciales “lo que la vida misma es” y lo reafirmo porque La ridícula idea de no volver a verte nos habla de los que nos hace personas; del dolor, el placer, el encuentro, la despedida, el trabajo, el éxito y el fracaso.

“Pero cómo, ¿no voy a verlo una vez más?¿Ni hoy, ni mañana, ni pasado, ni dentro de un año? Es una realidad inconcebible que la mente rechaza: no verlo nunca más es un mal chiste, una idea ridícula.”


De tal manera que cómo concluir algo que no tiene punto final. En el segundo párrafo de esta colaboración apunto que estas líneas son un intento de: “ …visibilizar innumerables temas, dentro de los que destaco las construcciones entre las personas y lo complejo que éstas son.” Así a manera de resumen, a cada frase citada le corresponde un concepto que en orden de aparición son: coexistencia, crecimiento, nombrar y posibilidad. A su vez estos conceptos  abordan esos innumerables temas que habitan entre las personas  y que no hacen otra cosa que reflejar lo dinámico de la vida, lo prismático de la terapia a través de la narrativa literaria de la periodista y escritora española Rosa Montero.

 

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